martes, 29 de noviembre de 2011

Tomas: Derecho a Protesta reemplazado por desorden público

Hace cuatro meses el sistema educativo está estancado. Más de 70.000 alumnos perderán el año si no hay una solución pronta a las demandas de los estudiantes. Hoy, los ánimos están más candentes que nunca: el diálogo entre estudiantes y el gobierno se quebró y el Presidente Piñera mandó al Congreso un proyecto de Ley que penaliza con cárcel, entre otras cosas, la toma de establecimientos educacionales. Lo único que está claro es que queda para rato, y el resto es incertidumbre.

Por: Montserrat Olave De la Barrera.

Dos estudiantes conversan en la calle. Él es de la Usach y ella es de la ‘Chile’. Fue ayer, a las 4 de la tarde, en plena Alameda. Luego de saludarse, el diálogo comienza.

­–Te tengo dos preguntas –dice él.

–¡Dale! –dice ella sonriendo.

– La distribución de las facultades de tu universidad, es distinta, me imagino, el universo político que hay en general que en particular; por lo tanto, la Fech está constituida en general, por el Partido Comunista y sectores que apuntan a esa tendencia. Pero a niveles locales y, en particular, la gente que llevó adelante la toma, ¿A qué grupo político corresponde? ¿O es transversal? –pregunta él.

–La toma de la casa central fue de carácter transversal, como tú lo planteas –responde ella–. De hecho, todo empieza el nueve de junio con un pasa calle, en la FAU (Facultad de Arquitectura y urbanismo), luego por el forestal y hasta acá, la Alameda; y es en ese momento cuando nos tomamos las dependencias de la casa central. Estaba la federación, centros de estudiantes, mesas de debates, etc. No fue un grupo reducido que se la tomó. Además la toma se venía venir, después fue ratificada en cada facultad, se votó y aquí estamos –sonríe.

–La otra pregunta –dice él y ríe–. En el escenario actual, las circunstancias están más duras, donde todas las universidades públicas están paradas o en toma; en la Usach, por ejemplo, se votó hoy día que se va a toma. Y en ese sentido, entendiendo que, en general, las tomas son la última medida de presión que existe, ¿Qué es lo que tú ‘pensai’ que sigue? Porque, si la casa central de la ‘Chile’ está en toma hace cuatro meses; entonces, están hace cuatro meses en la máxima forma de presión que existe –enfatiza–. Y aún así, no hay respuesta positiva de parte del gobierno hacia el movimiento.

–Ya mira… En términos personales, creo que es complejo el escenario en el cual estamos. Hay un quiebre de la mesa de diálogo, más la intransigencia del gobierno; no hay una pauta a seguir de parte de ellos cuando había que discutir sobre gratuidad, y así. Hoy día, yo creo que existe poca claridad política, pero eso se tiene que ver a nivel de debate y que se lleven los temas a la Confech y vean cuál va a ser nuestro camino a seguir de aquí en adelante –contesta ella–. Yo entiendo que la toma es una medida de presión, pero esta toma, en particular, es un espacio que se abre para que la ciudadanía entienda en qué estamos. Hay que aportar a seguir movilizados, a seguir asistiendo a asambleas e instalar el discurso de que se necesita una reestructuración en el sistema educativo, a eliminar el lucro. Incluir a los trabajadores que son el gran bazo del país. Además, a convocar a compañeros de universidades privadas, porque a ellos no les están llegando las garantías necesarias. Bueno, y así.

Ambos prefirieron mantener sus nombres anónimos.

Tomas emblemáticas

La fachada de la Universidad de Chile, es como un revoltijo de expresiones: desde letras, carteles, colores, esténcils, rayas, fotos hasta un estetoscopio gigante; entre innumerables cosas más. Pararse a observar, es pararse por un buen rato. El cartel principal, que cubre casi toda la extensión de la estructura, es imponente y punzante. Es negro y con letras blancas: ‘La lucha es de la sociedad entera/Todos por la educación gratuita’

La vereda es otra cosa. En ésta -desde que empieza la universidad hasta un poco antes de su fin- hay artesanos que forman una calle imaginaria: dos filas, una frente a la otra, de paños grandes en el suelo con aros, instrumentos mapuches, ceniceros, ropa, más aros, libros y más aros. Mientras más se acercan a la entrada, los libros comienzan a dominar. Los precios de estos están entre $500 y $30.000.

Alrededor de diez puestos de libros, tapados por carpas de techo verde, dan el paso a la entrada de la universidad. Justo afuera, hay una especie de carpa con techo azul, que tapa del sol a dos alumnos sentados detrás de un equipo de música. Pareciera que éste pertenece a un Dj. Ellos, un hombre y una mujer, ponen música y dan ánimo a las personas que transitan. Hacen concursos. Una de las preguntas que le hacen a la gente es: “¿Cuál fue la última radio que transmitió el discurso de Allende?”; y responden después de unos minutos: “¡Radio Magallanes!”.

De las dos puertas clásicas de madera de la ‘Chile’, sólo una está abierta. En el escalón para entrar, hay tres estudiantes sentados y dos perros, pero es como si los últimos fueran dueños del espacio, porque están acostados cómodamente; mientras que los estudiantes, están sentados en la orilla de las bisagras de la puerta que está abierta.

Por esta, entran y salen estudiantes a cada rato, evitando pisar a los animales. Justo detrás de la puerta cerrada, hay una mesa, con una caja dividida con las letras del abecedario. “Es para las credenciales de los estudiantes”, dice Silvania Mejías Consejera de la Fech. Hay un frasco que dice ‘cenicero’, lápices, cuadernos; hay mesas repartidas, sillas, entre otras cosas más. Las paredes del umbral tienen carteles y telas pintadas. Sólo entran estudiantes.

Ella está acompañada por tres compañeros más. Es el turno que les toca asumir: cuidar la entrada de día. Ella trabaja a nivel interno en la universidad. “Los consejeros somos como diputados de la federación”, compara.

La casa central de la Universidad de Chile está tomada hace cuatro meses. Empezó el nueve de junio y sigue hasta hoy. Está avalada por todos los estudiantes y por todas las carreras. “Esta es una toma súper particular. Habitualmente acá se hacen ciertos OFG, pero los estudiantes no tienen clases acá, las tienen en sus facultades. En ese sentido la intervención que se hace acá tiene la finalidad de difusión, o sea, hacerle sentir a la gente que transita en Santiago el tema de que estamos movilizados, mostrarles cuáles son las demandas de los estudiantes, las propuestas del gobierno, etc.”, dice Silvania.

“También nosotros tenemos el apoyo del rector, que sí nos ha garantizado, junto con todo el cuerpo académico, que podemos mantener ocupada esta dependencia, ¿Cachai? O sea, mayores problemas aquí no ha habido, desalojos no hemos tenido porque los estudiantes, de alguna u otra forma, hemos sabido dialogar con nuestras autoridades. Además, nosotros nos sentimos responsables con nuestra casa, y la cuidamos porque entendemos el valor histórico que tiene”, cuenta Silvania.

Ella reconoce que el ánimo de los estudiantes ha ido disminuyendo, por cansancio o desmotivación; pero, aún así, está orgullosa del tiempo que llevan en toma.

En las dos principales arterias de la comuna de Providencia: Avenida Providencia y 11 de septiembre, se encuentran dos liceos emblemáticos e históricos de Santiago. Liceo n° 7 de Niñas y Liceo José Victorino Lastarria. Ambos en toma hace 4 meses.

Las sillas y las mesas están encima de las rejas de cada establecimiento. No son un revoltijo de expresiones como lo es la ‘Chile’, ya que esos muebles lo dicen todo: que están en toma.

Primero las damas.

A la luz de la marcha convocada por los secundarios del día de ayer, las puertas de la reja negra del Liceo n° 7 están cerradas. Una niña vestida de buzo de unos 16 años sale y cierra la reja riéndose; y corre al paradero donde la espera un grupo de compañeras para tomar la micro. Tiene una melena con rastas, como Bob Marley. Adentro, se ve por un hoyo que tiene la puerta, otra niña, con polera blanca. Su nombre es Javiera (no quiso decir su apellido), tiene 15 años y cursa segundo medio. Ella está a cargo, junto a otras compañeras, de hacer el turno de día; mientras la mayoría de las alumnas del liceo se dirige a Plaza Italia.

Tres veces a la semana hay reuniones. Los lunes se dejan listos los turnos del resto de la semana, más los talleres de circo y música. Los miércoles se reúnen con la Cones (Coordinadora Nacional de Estudiantes Secundarios) para debatir sobre el conflicto estudiantil, cómo avanza y cuál es el pronóstico para la próxima jornada. Y los viernes, se evalúa cómo resultó la toma durante la semana. Además, hay ayudantías de todas las materias. En las salas duermen y dejan sus cosas personales. Por otro lado, la alimentación de las niñas la sigue llevando la Junaeb al liceo. Y cuando no lo hacen, ellas se cocinan. Además, no dejan entrar a gente que no conocen.

-¿Qué pasa con el ánimo de tus compañeras, es el mismo que antes?

-No. Ha disminuido. Ahora la mayoría viene si están los del Lastarria acá, porque ellos vienen a talleres, a fiestas que de repente hacemos para generar plata, pero no vienen todos los días. Antes era todo el liceo acá, dormíamos en la sala multiuso, porque éramos muchas. Pero ahora, somos menos de la mitad las que estamos por la educación y por los estudiantes.

Ahora los varones.

Diez alumnos están en la entrada da a la Avenida Providencia. Las puertas de la reja están abiertas. Se rién, conversan, piden plata a la gente que pasa y escuchan música. Entre ellos está Mauricio, tiene 21 años, y es ex alumno del Liceo José Victorino Lastarria. Él me lleva hacia el interior.

Al cruzar el estacionamiento de los profesores y funcionarios del ‘Lastarria’, hay que meterse por un pasillo que da hacia el patio central. Ahí hay ex alumnos arreglando el suelo de las canchas multiuso. Al lado derecho del patio, está el de la entrada principal. Por un costado se encuentra una mini oficina, donde está Alex Bobadilla de 18 años, secretario de finanzas del Centro de Alumnos. Cursa cuarto medio.

“El liceo se organiza mediante dos entes que hay: el Centro de Alumnos y el ST (Seguridad y Estrategia)”, cuenta Alex. “El centro de alumnos se encarga de las relaciones interiores, o sea, nos dedicamos a organizar lo que pasa adentro como afuera del liceo: organizar las marchas, los eventos (tocatas y exposiciones que les permiten juntar dinero para la toma), y charlas informativas y motivacionales que se hacen adentro. Y las comisiones ST, se encargan del orden dentro del liceo, son alumnos también y se preocupan de que siempre hayan alumnos en el liceo”.

Un alumno se pasea en bicicleta. Otros corren. Hay pocos.

Los turnos se dividen por zonas, por día y por noche. Los estudiantes se ofrecen voluntariamente para cuidar el techo, la parte de básica y las distintas entradas. A diferencia del Liceo N° 7, la Junaeb ya no les lleva almuerzos, por lo que se las tienen que arreglar solos para comprar comida y cocinar. Los apoderados les proporcionan dinero, el que se suma con el que recaudan de las tocatas y exposiciones que contaba Alex.

Hace unas semanas, el Alcalde Labbé dijo que iba a cerrar los colegios y liceos en toma. Frente a esto, ellos se organizaron junto con los colegios del Cordón de Porvidencia, para marchar hacia la Municipalidad de la comuna, donde asistieron cerca de 3.000 alumnos.

Proyecto de Piñera

Los incidentes, “no los veríamos si tuviéramos la ley aprobada desde antes”, fueron las palabras del Ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, luego de los enfrentamientos de la marcha no autorizada y convocada por los secundarios ayer.

El domingo dos de octubre salió en las noticias el Presidente de la República, Sebastián Piñera, anunciando el nuevo proyecto de ley que envió al Congreso. Este causó polémica porque penaliza con cárcel la toma de colegios y universidades y de cualquier otro establecimiento. “Tipifica en forma clara y precisa los delitos contra el orden público”, dijo el mandatario a la prensa ese día. Junto a él, el Ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, agregó que “a nuestras Policías no se les golpea, no se les escupe ni se les apedrea. Se les respeta y se les obedece. Esa es la sociedad que queremos”.

Dentro del proyecto, se normaliza como delito la ocupación o invasión ilegal de cualquier inmueble, sea privado o público; y establece penas de hasta tres años para quienes participen en ello. En otras palabras, se penaliza con cárcel la toma de colegios y universidades. Qué decir de los encapuchados.

Ese mismo día, 30 alumnos del Liceo Lastarria hicieron una barricada afuera del establecimiento, como forma de protesta.

Dentro de los fundamentos del proyecto, se modifica el tipo penal de desórdenes públicos (artículo 269 del Código Penal), lo que implica que el ‘Derecho a reunión debe hacerse sin coacción’. “Se propone establecer claramente una responsabilidad penal para quienes participen o hayan incitado, promovido o fomentado, desórdenes o cualquier otro acto de fuerza o violencia (…) como para paralizar o interrumpir algún servicio público (…) Igualmente, son desórdenes públicos penalmente relevantes los que importan, mediando fuerza o violencia, invadir, ocupar o saquear viviendas, oficinas, establecimientos comerciales, industriales, educacionales, religiosos o cualquiera otro, sean privados, fiscales o municipales; o si importan impedir o alterar la libre circulación de las personas o vehículos por puentes, calles, caminos u otros bienes de uso público semejantes; atentar en contra de la autoridad o sus agentes; o si se emplean armas de fuego, cortantes o punzantes, artefactos o elementos explosivos, incendiarios o químicos u otros capaces de producir daños a las personas o a la propiedad para tales efectos; en fin, si importan causar daños a la propiedad ajena, sea pública, municipal o particular.”

Cuatro días después del anuncio, el Presidente del Senado, Guido Girardi calificó el proyecto como “pirotecnia dictatorial y represiva”; y junto al Senador Alejandro Navarro, advirtieron que votarán en contra, y si se llega a aprobar el proyecto harán una presentación a organismos de derechos humanos y a la Unicef .

Asimismo, estudiantes y, obviamente, la Concertación se opusieron rotundamente al proyecto de ley del Presidente Piñera. “La Confech rechaza de forma unánime ese proyecto de ley”, dice Felipe Salgado, Vicepresidente de la Federación de la Universidad de Santiago (Feusach). “Bajo ningún caso se va a aprobar en el Congreso. Este proyecto va revotar, no es viable en términos jurídicos, sobre todo por la sensibilidad que hay en el parlamento, porque desde la DC hacia el ala de más de izquierda está totalmente en contra de este tema”, agrega Felipe.

Como Confech, pretenden denunciar la intención del gobierno, que según Felipe, es criminalizar al movimiento estudiantil, como expresión social. También, cuenta, les podría afectar a los trabajadores en el momento de reclamar sus derechos, porque pueden ser considerados acciones criminales.

“Entonces hay un cruce de temas políticos, sociales y criminales. El gobierno no sólo demuestra que está en contra del movimiento, sino que también lo reprime; y eso es una posición dictatorial”, expresa Felipe.

De parte de la Concertación, específicamente del Partido socialista, el Diputado a cargo del Distrito siete (Andacollo, La Higuera, La Serena, Paihuano y Vicuña), Marcelo Diaz, accedió a una entrevista por correo electrónico.

Como diputado socialista, ¿Qué piensas sobre este proyecto?

–Creo que es un proyecto que tiene una clara intencionalidad política: enviar una señal al voto duro de la derecha. La baja adhesión al Gobierno que muestran las encuestas le impulsó a tomar a intentar recuperar su voto duro y para ello debe dar señales de dureza frente al movimiento estudiantil, tanto en los sustantivo -la reforma- como en los asuntos del orden público. Es un proyecto de matriz represiva. A mi juicio, técnicamente malo e innecesario, pues ya hay suficientes normas a las que acudir si se trata de hacer frente a quienes se esconden detrás de las movilizaciones sociales para cometer delitos.

–Como parte de la Concertación, ¿Qué postura tiene esta con respecto al proyecto?


–No sé cuál será la conducta de toda la Concertación, pero los socialistas rechazaremos este proyecto.

–¿Crees que el proyecto 'anti toma' es una ley que reprime el Derecho a protesta y Derecho a la expresión?

La ocupación de espacios públicos ha sido siempre un medio de manifestación, especialmente en las movilizaciones estudiantiles. No es algo nuevo. Lo que se busca es criminalizar la movilización y restringir las formas de manifestación ciudadanas.

–¿Qué pronóstico tienes sobre el conflicto estudiantil?

Creo que va para largo. El gobierno y la derecha defienden un modelo educativo acorde con sus intereses. Pocos lo recuerdan, pero la primera versión de la LGE contemplaba el fin del lucro, de la selección y la desmunicipalización. Sin embargo, la derecha asilada en el poder de veto que le entrega el quórum de modificación de las leyes orgánicas, fijó las condiciones de la LGE aceptando mínimas concesiones a las demandas de la movilización de los estudiantes secundarios. Como hoy son Gobierno no les basta con vetar, deben encontrar soluciones y el problema es que esas soluciones desmontarían un sistema en el que creen fervientemente.

–Si se llegara a aprobar el proyecto de ley 'anti tomas', ¿Qué presión se le pondría al gobierno, si el desorden público pasaría a ser un delito?

Veo inviable que se aprueba, y de ocurrir correspondería, entre otras medidas, presentar un requerimiento al Tribunal Constitucional.

El gobierno por su parte, no quiso dar declaraciones más de las que da el Ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter. Su secretaria, Danila Easton, dijo al teléfono que la única persona que puede hablar es el Ministro, porque es él el que lleva en sus manos el proyecto.

Y la concertación, en su totalidad, ha rechazado el proyecto pero no se ha habido una declaración formal al respecto.