martes, 5 de junio de 2012

Nota televisiva

A 50 años del Mundial del '62, con Michelle Ferruz, compañera y demsiado amiga mia, le quisimos dar una vuelta al aniversario, mostrando el cómo de la transmisión. Ojalá les guste! http://www.youtube.com/watch?v=LEmrOwOPF_Y&feature=share

martes, 29 de noviembre de 2011

Tomas: Derecho a Protesta reemplazado por desorden público

Hace cuatro meses el sistema educativo está estancado. Más de 70.000 alumnos perderán el año si no hay una solución pronta a las demandas de los estudiantes. Hoy, los ánimos están más candentes que nunca: el diálogo entre estudiantes y el gobierno se quebró y el Presidente Piñera mandó al Congreso un proyecto de Ley que penaliza con cárcel, entre otras cosas, la toma de establecimientos educacionales. Lo único que está claro es que queda para rato, y el resto es incertidumbre.

Por: Montserrat Olave De la Barrera.

Dos estudiantes conversan en la calle. Él es de la Usach y ella es de la ‘Chile’. Fue ayer, a las 4 de la tarde, en plena Alameda. Luego de saludarse, el diálogo comienza.

­–Te tengo dos preguntas –dice él.

–¡Dale! –dice ella sonriendo.

– La distribución de las facultades de tu universidad, es distinta, me imagino, el universo político que hay en general que en particular; por lo tanto, la Fech está constituida en general, por el Partido Comunista y sectores que apuntan a esa tendencia. Pero a niveles locales y, en particular, la gente que llevó adelante la toma, ¿A qué grupo político corresponde? ¿O es transversal? –pregunta él.

–La toma de la casa central fue de carácter transversal, como tú lo planteas –responde ella–. De hecho, todo empieza el nueve de junio con un pasa calle, en la FAU (Facultad de Arquitectura y urbanismo), luego por el forestal y hasta acá, la Alameda; y es en ese momento cuando nos tomamos las dependencias de la casa central. Estaba la federación, centros de estudiantes, mesas de debates, etc. No fue un grupo reducido que se la tomó. Además la toma se venía venir, después fue ratificada en cada facultad, se votó y aquí estamos –sonríe.

–La otra pregunta –dice él y ríe–. En el escenario actual, las circunstancias están más duras, donde todas las universidades públicas están paradas o en toma; en la Usach, por ejemplo, se votó hoy día que se va a toma. Y en ese sentido, entendiendo que, en general, las tomas son la última medida de presión que existe, ¿Qué es lo que tú ‘pensai’ que sigue? Porque, si la casa central de la ‘Chile’ está en toma hace cuatro meses; entonces, están hace cuatro meses en la máxima forma de presión que existe –enfatiza–. Y aún así, no hay respuesta positiva de parte del gobierno hacia el movimiento.

–Ya mira… En términos personales, creo que es complejo el escenario en el cual estamos. Hay un quiebre de la mesa de diálogo, más la intransigencia del gobierno; no hay una pauta a seguir de parte de ellos cuando había que discutir sobre gratuidad, y así. Hoy día, yo creo que existe poca claridad política, pero eso se tiene que ver a nivel de debate y que se lleven los temas a la Confech y vean cuál va a ser nuestro camino a seguir de aquí en adelante –contesta ella–. Yo entiendo que la toma es una medida de presión, pero esta toma, en particular, es un espacio que se abre para que la ciudadanía entienda en qué estamos. Hay que aportar a seguir movilizados, a seguir asistiendo a asambleas e instalar el discurso de que se necesita una reestructuración en el sistema educativo, a eliminar el lucro. Incluir a los trabajadores que son el gran bazo del país. Además, a convocar a compañeros de universidades privadas, porque a ellos no les están llegando las garantías necesarias. Bueno, y así.

Ambos prefirieron mantener sus nombres anónimos.

Tomas emblemáticas

La fachada de la Universidad de Chile, es como un revoltijo de expresiones: desde letras, carteles, colores, esténcils, rayas, fotos hasta un estetoscopio gigante; entre innumerables cosas más. Pararse a observar, es pararse por un buen rato. El cartel principal, que cubre casi toda la extensión de la estructura, es imponente y punzante. Es negro y con letras blancas: ‘La lucha es de la sociedad entera/Todos por la educación gratuita’

La vereda es otra cosa. En ésta -desde que empieza la universidad hasta un poco antes de su fin- hay artesanos que forman una calle imaginaria: dos filas, una frente a la otra, de paños grandes en el suelo con aros, instrumentos mapuches, ceniceros, ropa, más aros, libros y más aros. Mientras más se acercan a la entrada, los libros comienzan a dominar. Los precios de estos están entre $500 y $30.000.

Alrededor de diez puestos de libros, tapados por carpas de techo verde, dan el paso a la entrada de la universidad. Justo afuera, hay una especie de carpa con techo azul, que tapa del sol a dos alumnos sentados detrás de un equipo de música. Pareciera que éste pertenece a un Dj. Ellos, un hombre y una mujer, ponen música y dan ánimo a las personas que transitan. Hacen concursos. Una de las preguntas que le hacen a la gente es: “¿Cuál fue la última radio que transmitió el discurso de Allende?”; y responden después de unos minutos: “¡Radio Magallanes!”.

De las dos puertas clásicas de madera de la ‘Chile’, sólo una está abierta. En el escalón para entrar, hay tres estudiantes sentados y dos perros, pero es como si los últimos fueran dueños del espacio, porque están acostados cómodamente; mientras que los estudiantes, están sentados en la orilla de las bisagras de la puerta que está abierta.

Por esta, entran y salen estudiantes a cada rato, evitando pisar a los animales. Justo detrás de la puerta cerrada, hay una mesa, con una caja dividida con las letras del abecedario. “Es para las credenciales de los estudiantes”, dice Silvania Mejías Consejera de la Fech. Hay un frasco que dice ‘cenicero’, lápices, cuadernos; hay mesas repartidas, sillas, entre otras cosas más. Las paredes del umbral tienen carteles y telas pintadas. Sólo entran estudiantes.

Ella está acompañada por tres compañeros más. Es el turno que les toca asumir: cuidar la entrada de día. Ella trabaja a nivel interno en la universidad. “Los consejeros somos como diputados de la federación”, compara.

La casa central de la Universidad de Chile está tomada hace cuatro meses. Empezó el nueve de junio y sigue hasta hoy. Está avalada por todos los estudiantes y por todas las carreras. “Esta es una toma súper particular. Habitualmente acá se hacen ciertos OFG, pero los estudiantes no tienen clases acá, las tienen en sus facultades. En ese sentido la intervención que se hace acá tiene la finalidad de difusión, o sea, hacerle sentir a la gente que transita en Santiago el tema de que estamos movilizados, mostrarles cuáles son las demandas de los estudiantes, las propuestas del gobierno, etc.”, dice Silvania.

“También nosotros tenemos el apoyo del rector, que sí nos ha garantizado, junto con todo el cuerpo académico, que podemos mantener ocupada esta dependencia, ¿Cachai? O sea, mayores problemas aquí no ha habido, desalojos no hemos tenido porque los estudiantes, de alguna u otra forma, hemos sabido dialogar con nuestras autoridades. Además, nosotros nos sentimos responsables con nuestra casa, y la cuidamos porque entendemos el valor histórico que tiene”, cuenta Silvania.

Ella reconoce que el ánimo de los estudiantes ha ido disminuyendo, por cansancio o desmotivación; pero, aún así, está orgullosa del tiempo que llevan en toma.

En las dos principales arterias de la comuna de Providencia: Avenida Providencia y 11 de septiembre, se encuentran dos liceos emblemáticos e históricos de Santiago. Liceo n° 7 de Niñas y Liceo José Victorino Lastarria. Ambos en toma hace 4 meses.

Las sillas y las mesas están encima de las rejas de cada establecimiento. No son un revoltijo de expresiones como lo es la ‘Chile’, ya que esos muebles lo dicen todo: que están en toma.

Primero las damas.

A la luz de la marcha convocada por los secundarios del día de ayer, las puertas de la reja negra del Liceo n° 7 están cerradas. Una niña vestida de buzo de unos 16 años sale y cierra la reja riéndose; y corre al paradero donde la espera un grupo de compañeras para tomar la micro. Tiene una melena con rastas, como Bob Marley. Adentro, se ve por un hoyo que tiene la puerta, otra niña, con polera blanca. Su nombre es Javiera (no quiso decir su apellido), tiene 15 años y cursa segundo medio. Ella está a cargo, junto a otras compañeras, de hacer el turno de día; mientras la mayoría de las alumnas del liceo se dirige a Plaza Italia.

Tres veces a la semana hay reuniones. Los lunes se dejan listos los turnos del resto de la semana, más los talleres de circo y música. Los miércoles se reúnen con la Cones (Coordinadora Nacional de Estudiantes Secundarios) para debatir sobre el conflicto estudiantil, cómo avanza y cuál es el pronóstico para la próxima jornada. Y los viernes, se evalúa cómo resultó la toma durante la semana. Además, hay ayudantías de todas las materias. En las salas duermen y dejan sus cosas personales. Por otro lado, la alimentación de las niñas la sigue llevando la Junaeb al liceo. Y cuando no lo hacen, ellas se cocinan. Además, no dejan entrar a gente que no conocen.

-¿Qué pasa con el ánimo de tus compañeras, es el mismo que antes?

-No. Ha disminuido. Ahora la mayoría viene si están los del Lastarria acá, porque ellos vienen a talleres, a fiestas que de repente hacemos para generar plata, pero no vienen todos los días. Antes era todo el liceo acá, dormíamos en la sala multiuso, porque éramos muchas. Pero ahora, somos menos de la mitad las que estamos por la educación y por los estudiantes.

Ahora los varones.

Diez alumnos están en la entrada da a la Avenida Providencia. Las puertas de la reja están abiertas. Se rién, conversan, piden plata a la gente que pasa y escuchan música. Entre ellos está Mauricio, tiene 21 años, y es ex alumno del Liceo José Victorino Lastarria. Él me lleva hacia el interior.

Al cruzar el estacionamiento de los profesores y funcionarios del ‘Lastarria’, hay que meterse por un pasillo que da hacia el patio central. Ahí hay ex alumnos arreglando el suelo de las canchas multiuso. Al lado derecho del patio, está el de la entrada principal. Por un costado se encuentra una mini oficina, donde está Alex Bobadilla de 18 años, secretario de finanzas del Centro de Alumnos. Cursa cuarto medio.

“El liceo se organiza mediante dos entes que hay: el Centro de Alumnos y el ST (Seguridad y Estrategia)”, cuenta Alex. “El centro de alumnos se encarga de las relaciones interiores, o sea, nos dedicamos a organizar lo que pasa adentro como afuera del liceo: organizar las marchas, los eventos (tocatas y exposiciones que les permiten juntar dinero para la toma), y charlas informativas y motivacionales que se hacen adentro. Y las comisiones ST, se encargan del orden dentro del liceo, son alumnos también y se preocupan de que siempre hayan alumnos en el liceo”.

Un alumno se pasea en bicicleta. Otros corren. Hay pocos.

Los turnos se dividen por zonas, por día y por noche. Los estudiantes se ofrecen voluntariamente para cuidar el techo, la parte de básica y las distintas entradas. A diferencia del Liceo N° 7, la Junaeb ya no les lleva almuerzos, por lo que se las tienen que arreglar solos para comprar comida y cocinar. Los apoderados les proporcionan dinero, el que se suma con el que recaudan de las tocatas y exposiciones que contaba Alex.

Hace unas semanas, el Alcalde Labbé dijo que iba a cerrar los colegios y liceos en toma. Frente a esto, ellos se organizaron junto con los colegios del Cordón de Porvidencia, para marchar hacia la Municipalidad de la comuna, donde asistieron cerca de 3.000 alumnos.

Proyecto de Piñera

Los incidentes, “no los veríamos si tuviéramos la ley aprobada desde antes”, fueron las palabras del Ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, luego de los enfrentamientos de la marcha no autorizada y convocada por los secundarios ayer.

El domingo dos de octubre salió en las noticias el Presidente de la República, Sebastián Piñera, anunciando el nuevo proyecto de ley que envió al Congreso. Este causó polémica porque penaliza con cárcel la toma de colegios y universidades y de cualquier otro establecimiento. “Tipifica en forma clara y precisa los delitos contra el orden público”, dijo el mandatario a la prensa ese día. Junto a él, el Ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, agregó que “a nuestras Policías no se les golpea, no se les escupe ni se les apedrea. Se les respeta y se les obedece. Esa es la sociedad que queremos”.

Dentro del proyecto, se normaliza como delito la ocupación o invasión ilegal de cualquier inmueble, sea privado o público; y establece penas de hasta tres años para quienes participen en ello. En otras palabras, se penaliza con cárcel la toma de colegios y universidades. Qué decir de los encapuchados.

Ese mismo día, 30 alumnos del Liceo Lastarria hicieron una barricada afuera del establecimiento, como forma de protesta.

Dentro de los fundamentos del proyecto, se modifica el tipo penal de desórdenes públicos (artículo 269 del Código Penal), lo que implica que el ‘Derecho a reunión debe hacerse sin coacción’. “Se propone establecer claramente una responsabilidad penal para quienes participen o hayan incitado, promovido o fomentado, desórdenes o cualquier otro acto de fuerza o violencia (…) como para paralizar o interrumpir algún servicio público (…) Igualmente, son desórdenes públicos penalmente relevantes los que importan, mediando fuerza o violencia, invadir, ocupar o saquear viviendas, oficinas, establecimientos comerciales, industriales, educacionales, religiosos o cualquiera otro, sean privados, fiscales o municipales; o si importan impedir o alterar la libre circulación de las personas o vehículos por puentes, calles, caminos u otros bienes de uso público semejantes; atentar en contra de la autoridad o sus agentes; o si se emplean armas de fuego, cortantes o punzantes, artefactos o elementos explosivos, incendiarios o químicos u otros capaces de producir daños a las personas o a la propiedad para tales efectos; en fin, si importan causar daños a la propiedad ajena, sea pública, municipal o particular.”

Cuatro días después del anuncio, el Presidente del Senado, Guido Girardi calificó el proyecto como “pirotecnia dictatorial y represiva”; y junto al Senador Alejandro Navarro, advirtieron que votarán en contra, y si se llega a aprobar el proyecto harán una presentación a organismos de derechos humanos y a la Unicef .

Asimismo, estudiantes y, obviamente, la Concertación se opusieron rotundamente al proyecto de ley del Presidente Piñera. “La Confech rechaza de forma unánime ese proyecto de ley”, dice Felipe Salgado, Vicepresidente de la Federación de la Universidad de Santiago (Feusach). “Bajo ningún caso se va a aprobar en el Congreso. Este proyecto va revotar, no es viable en términos jurídicos, sobre todo por la sensibilidad que hay en el parlamento, porque desde la DC hacia el ala de más de izquierda está totalmente en contra de este tema”, agrega Felipe.

Como Confech, pretenden denunciar la intención del gobierno, que según Felipe, es criminalizar al movimiento estudiantil, como expresión social. También, cuenta, les podría afectar a los trabajadores en el momento de reclamar sus derechos, porque pueden ser considerados acciones criminales.

“Entonces hay un cruce de temas políticos, sociales y criminales. El gobierno no sólo demuestra que está en contra del movimiento, sino que también lo reprime; y eso es una posición dictatorial”, expresa Felipe.

De parte de la Concertación, específicamente del Partido socialista, el Diputado a cargo del Distrito siete (Andacollo, La Higuera, La Serena, Paihuano y Vicuña), Marcelo Diaz, accedió a una entrevista por correo electrónico.

Como diputado socialista, ¿Qué piensas sobre este proyecto?

–Creo que es un proyecto que tiene una clara intencionalidad política: enviar una señal al voto duro de la derecha. La baja adhesión al Gobierno que muestran las encuestas le impulsó a tomar a intentar recuperar su voto duro y para ello debe dar señales de dureza frente al movimiento estudiantil, tanto en los sustantivo -la reforma- como en los asuntos del orden público. Es un proyecto de matriz represiva. A mi juicio, técnicamente malo e innecesario, pues ya hay suficientes normas a las que acudir si se trata de hacer frente a quienes se esconden detrás de las movilizaciones sociales para cometer delitos.

–Como parte de la Concertación, ¿Qué postura tiene esta con respecto al proyecto?


–No sé cuál será la conducta de toda la Concertación, pero los socialistas rechazaremos este proyecto.

–¿Crees que el proyecto 'anti toma' es una ley que reprime el Derecho a protesta y Derecho a la expresión?

La ocupación de espacios públicos ha sido siempre un medio de manifestación, especialmente en las movilizaciones estudiantiles. No es algo nuevo. Lo que se busca es criminalizar la movilización y restringir las formas de manifestación ciudadanas.

–¿Qué pronóstico tienes sobre el conflicto estudiantil?

Creo que va para largo. El gobierno y la derecha defienden un modelo educativo acorde con sus intereses. Pocos lo recuerdan, pero la primera versión de la LGE contemplaba el fin del lucro, de la selección y la desmunicipalización. Sin embargo, la derecha asilada en el poder de veto que le entrega el quórum de modificación de las leyes orgánicas, fijó las condiciones de la LGE aceptando mínimas concesiones a las demandas de la movilización de los estudiantes secundarios. Como hoy son Gobierno no les basta con vetar, deben encontrar soluciones y el problema es que esas soluciones desmontarían un sistema en el que creen fervientemente.

–Si se llegara a aprobar el proyecto de ley 'anti tomas', ¿Qué presión se le pondría al gobierno, si el desorden público pasaría a ser un delito?

Veo inviable que se aprueba, y de ocurrir correspondería, entre otras medidas, presentar un requerimiento al Tribunal Constitucional.

El gobierno por su parte, no quiso dar declaraciones más de las que da el Ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter. Su secretaria, Danila Easton, dijo al teléfono que la única persona que puede hablar es el Ministro, porque es él el que lleva en sus manos el proyecto.

Y la concertación, en su totalidad, ha rechazado el proyecto pero no se ha habido una declaración formal al respecto.

lunes, 11 de julio de 2011

Problema constante y profundo

Sí sé, la embarré. Debí haber avisado que no llegaba, o que iba a llegar tarde. No tengo nada que decir. Asumo.
Aún así, no es justo que me aíslen. Que no estén dispuestos a escucharme o aceptarme. Somos muy distintas; lo que tenemos en común es físico y está en el nombre de cada una. Acepta la diferencia, y entiéndeme a partir de ella, no a partir de la igualdad, no a partir de lo que tú harías en tal situación, porque yo no puedo actuar como tú, ni como ustedes. ¿Por qué? Porque soy distinta, porque me mueven otras cosas, porque pienso distinto y porque no soy ustedes.


La causa.
Dices conocerme, pero no tienes idea de quién soy. Te molesta todo de mí, no me aceptas, es claro. Te enoja todo de mí, crees que soy indecente, loca y suelta.
Tienes que saber que no confío en ti. No confío en que me contendrás cuando necesite un consejo tuyo. No lo haces. No me ves.
Mis ojos han estado mojados esperándote. Mojados de felicidad o de tristeza, da igual. Tú, sin embargo, eres indiferente. Tu orgullo es más grande.
No me sorprende. Eres así desde que tengo conciencia.
No te sorprendas y no gastes energía enojándote conmigo más de la cuenta. Nuestra relación es así. Tus errores se manifiestan en mi con el silencio. O con la ira.

¿Cuantas veces hemos tenido que asumir, yo y mi hna, por tus errores?
¿Y me odias porque no aviso que no llego?
Todo el mundo se equivoca, tú también.

Además, y que quede claro, la dueña de mi vida privada soy yo. Y no doy explicaciones.
Entiendo que te preocupes -es obvio- lo dije al principio: sé que a cagué, es mi error y asumo. Con esto trato de explicar la razón de mi actuar, nada más.
Pero bueno, mamá. Asumo y callo.

lunes, 9 de mayo de 2011

Demencia

De qué sirve la experiencia, si no tienes rumbo al final del camino, si crees que lo que viene es lo que ya pasó, pero sin embargo, es nuevo para ti, porque no sabes que pasó; y lo crees de tal forma, que puedes matar por eso.
Es como estar perdido en un bosque, sin orientación ni concepción de los puntos cardinales. El Sur es el Norte o ¿es el Este?, o ¿el primero es el Oeste y el segundo, el tercero? Un enredo. Todo es confusión.
Caminas por instinto, ves árboles que te parecen conocidos. Las estaciones se repiten en los mismos lugares dónde las viviste. Tu mente es la que mira, ve y observa. Tus ojos ya no sirven, no funcionan como antes, te engañan y y caes. Pero, ¿cómo no caer?
En fin, ni siquiera son confiables para reconocer a quién amas.
La incoherencia domina tu ser.
Lo único real es el dolor al caminar, al moverse. Tus arrugas son las que definen tu edad. La debilidad es cada vez más fuerte, al igual que la profundidad que inunda tu mente.
Suerte.

viernes, 25 de marzo de 2011

Chao tabaco

Tengo un infección en la parte inferior del pulmón izquierdo; el jarabe que me dio el doctor, me hace toser y toser y toser.
Además, tengo un virus: fiebre, ganas de vomitar, dolor muscular, entre otros síntomas. El mismo Doc me recetó un antibiótico: es muy fuerte... Viene una pastilla por caja. Una por caja. Nunca lo había visto.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Perfil


Que pena tu vida
De arrastre con las mujeres; a un caballo dibujado en la primera prueba de aptitud académica que hubo en Chile; a futbolista ultra disciplinado, pero frustrado; a mochilero sin destino en Europa; a tierras y administración; a patrón de fundo y poco humilde; a grandes amores y pérdidas; a la nada. Esta es la historia del hombre que lo tuvo todo y ahora no tiene nada.
Por: Montserrat Olave De la Barrera.
No deja de fumar. En la cocina de una casa blanca, en una parcela de Talagante, hay una mesa de terraza cubierta con un mantel floreado. Sobre éste, hay una radio antigua -con por lo menos 40 años de uso-; dos cajetillas de cigarros “Kent 8”, una de ellas a media abrir y otra intacta. Sentado en una silla negra está Ángel Velasco de 62 años. Observa el cigarrillo, aspira y tira el humo por la nariz.
Suena el teléfono.
­­­­-¡Hola! –dice-. ¿Cómo estás?
Asiente, escucha un momento.
-Aquí estamos –responde-. Te quería preguntar cómo se prende la máquina de lavar, porque no me queda ropa limpia.
Ángel vuelve a asentir.
-¡A ya! Entonces meto la ropa, después el detergente; aprieto el botón de atrás y después el botón de adelante, el que dice “Inicio”, ¿o no? –pregunta.
Escucha, se despide y corta.
Viste bluejeans, una camisa celeste y lleva los zapatos sucios con barro seco. Tiene el pelo canoso, con pocos rulos y una asomada calvicie; sus ojos son celestes, casi transparentes. Y la piel de su cara está arrugada. Se parece a Mell Gibson, pero más arrugado y narigón. Lleva en su muñeca un reloj. “Es marca chancho”, dice. Hace 20 años, un Rolex se imponía en su muñeca izquierda.
Él es primogénito de una familia contradictoria: de padre machista y madre educada; ambos andaluces. La madre siempre lo sobreprotegió y el padre fue muy duro con él. Tiene tres hermanos más: un hombre y dos mujeres. Creció absorbiendo el ejemplo de la desvaloración hacia su madre; para él, su padre y su hermano, ella no tenía por qué opinar. “Siempre fue insolente con ella”, dice Carmen Velasco de 60 años, hermana que le sigue a Ángel. Su madre, Goyi Mínguez de 83 años, lo sigue sobreprotegiendo: “Es mi pobre hijo”, dice.
Silencio.
“Cuando estaba en Europa, pasé como siete días con la misma ropa, y toda la mochila llena, pero llena de ropa sucia”, cuenta Ángel. Se para, prende el hervidor de agua y espera a que ésta hierva. Y comienza la historia.
-Ahora tengo ropa sucia, y los recuerdos que me acompañan –dice.
De futbolista a mochilero
A los 18 años, en plena década de los ´60, Ángel cursaba cuarto medio en el colegio Sagrado Corazón de Talagante -antes estuvo en el Internado Masculino Barros Arana-, donde repitió tres veces el curso porque comenzó a dedicarse a lo que fue, por muchos años, su sueño: el futbol.
Desde esa edad hasta los 28 años entrenó todos los días, se acostó temprano, no tomó ninguna gota de alcohol ni fumó un cigarro. Tanto así, que cuando logró terminar el colegio, dibujó un caballo en la hoja de respuestas de la primera Prueba de aptitud Académica que hubo en Chile, en 1967.
“Tenía una facha increíble y por eso el arrastre exagerado con las mujeres”, dice su hermana Carmen. “Él empezó en la Sub-diecisiete de la Universidad Católica y, con los años, estuvo a punto de ser titular; pero la vida le trajo sorpresas. Se rompió los ligamentos de la rodilla izquierda y dejó de jugar. Mis papas lo vieron desanimado. Me acuerdo que cuando cumplió los 29, le regalaron un viaje a Europa por tres meses”. Los dos eran tan unidos como “poto y calzón”
-Lo de los ligamentos me pasó de mala suerte –dice-. No seguí jugando futbol, el doctor que me vio en esa época me lo prohibió; pero me seguí manteniendo. Comencé a hacer ejercicio de nuevo, de a poco, con disciplina. Ella es la madre de las ciencias.
Se sienta. Mira sus manos. En silencio se toca el pelo, se vuelve a parar y camina hacia el hervidor.
-Sin futbol me quedé sin sueño. Mi cuerpo me reaccionaba, engordé, estaba más ansioso; como que necesitaba correr tras una pelota –dice-. Y en ese momento, llegó el viaje y volví a soñar –sonríe.
Ya en España se quedó en la casa de un primo de su padre. Como sus raíces provenían de este país, siempre le apasionó el flamenco, sobre todo la guitarra –vería en esta una nueva ilusión-.
-Más de la mitad de la plata que llevé, me la gasté en una guitarra que encargué apenas pisé el aeropuerto de Madrid -dice Ángel-. Todavía la tengo, ni mis hijas la pueden tocar. Es mi tesoro más preciado, la verdad el único que tengo.
El agua está hirviendo, saca una tasa chica, una cucharita y el frasco de café. Es el quinto café del día y es mediodía. Lo deja encima de la mesa y sale de la cocina. Vuelve con la guitarra en la mano: es color cobre, brillante y parece nueva, recién hecha. La muestra con orgullo, la afina y vuelve a guardarla. Luego, se sienta toma un sorbo y prende otro cigarrillo.
Para él ese viaje fue recorrer sin destino el continente, se convirtió en un mochilero. Recorrió los lugares turísticos típicos de Europa occidental; conoció mucha gente; se quedó sin dinero, y como consecuencia de esto, tuvo hambre y durmió en la calle; y como si fuera poco, se enamoró de una marroquí.
“Su nombre era Genoveva. Un mujerón”, cuenta Ángel. “Sus padres vivían en España, pero el resto de su familia estaba en Marruecos. Pertenecía a esa cultura. No se depilaba las axilas y siempre andaba con los brazos al aire. Era extraño, pero me gustaba. Ella hizo el mismo viaje conmigo a Marruecos; me refiero al viaje turístico y ahí la conocí”.
La fecha del viaje de vuelta a Chile se acercaba y él no quería volver. Al final, decidió tomar el avión y ayudar a su padre con la administración del campo donde vivía. Otro vacío quedaba en su interior.
El descenso
Desde la ventana de la cocina se ve la casa de sus padres. Una casa patronal, con cuatro palmeras altas, un silo –de más de 100 años- y dos bodegas grandes. La cajetilla abierta está vacía; la toma y la bota al basurero. Abre la nueva y saca otro cigarro, lo prende y deja salir el humo por la nariz. La taza de café está vacía. El campo donde él vive se llama Santa Cristina, en honor a su abuela paterna. Ese terreno se dividió en parcelas y hoy es como un gran condominio.
-Eran las mismas 60 hectáreas que hay hoy. En ese tiempo se producían peras. Había perales –dice-. Me hice cargo de la administración por petición de mi papá… Por orden la verdad –dice. Guarda silencio y continua-. Trabajé 20 años, gané plata que no era para mí, sino para la familia. En otras palabras trabajé sin sueldo.
A los 38 años conoció a su ex señora, Lía Muranda, de 23. Ella hoy tiene 48 años. Pololearon 3 meses y se casaron en 1986. De ese matrimonio nacieron dos hijas.
-Todos mis amigos y hermanos estaban casados con hijos y yo era el único soltero –dice al mismo tiempo en que expulsa el humo por la boca.
“Yo creo que no se casó enamorado; sino más bien rendido a la obligación de casarse”, cuenta Carmen. Ella se acuerda que él la llamó y le contó que había conocido a una muchacha muy linda. “Cuando me la presentó, estaban pololeando; pero él no estaba feliz. Ella era como una pollita, tímida y muy sonriente”, dice Carmen.
Lía comenzó a vivir en una familia totalmente distinta a la suya. Ella era santiaguina: su padre bancario y su madre profesora. “A mí se me abrió el mundo cuando conocí a Ángel; su mamá me enseño de todo, hasta a poner la mesa”, cuenta Lía. “El problema era que Ángel pasaba de la risa, de la alegría a la rabia total; siempre tuvo muy mal genio. Además, constantemente peleaba con su mamá. Casi me vuelvo loca en esa casa”, dice Lía.
Cuando las hijas de Ángel tenían entre cinco y siete años, decidieron cambiarse de casa. Cerca de la casa de sus padres había muchas casas de inquilinos, con sus respectivas parcelas. Ángel remodeló una y se fue a vivir ahí en el año 1994. “Lejos del caos”, agrega Lía.
La situación ya no dio para más. La casa de su infancia terminó vacía, sus padres se cambiaron a Santiago porque la salud del padre de Ángel cada vez estaba peor: en 1999 murió. Un año antes, en 1998, Lía se separó de él; se fue a vivir a Santiago con sus hijas a un departamento y comenzó a trabajar. Él se quedó solo en su casa
-Solo, sin hijas, sin mujer y con las deudas hasta el cuello –dice.
Ángel se para, toma la taza y la deja en el lava platos. Saca del mueble una copa, una bolsita de maní y una botella de pisco sour. Lo bate. Echa pisco a la copa y saca un puñado de maní. Todo a la boca. Luego agarra una tasa grande y la llena de maní.
El mismo año de la muerte de su padre, Ángel se acercó a Edith Gonzales, abogada, recién separada y madre de un compañero de curso de la hija mayor de él. Ambos se fueron conociendo en cada reunión de curso, desde que los niños eran my pequeños. Todo pasó rápido: vivió con ella 12 años. Lía lo aceptó rápidamente y sus hijas también.
Prende otro cigarrillo.
Ángel no pudo evitar que la producción de peras quebrara. El negocio familiar se fue a piso y su familia trató de ayudarlo; pero él sintió que estaban desconfiando de su palabra, por lo que se peleó con todos sus hermanos y con su madre.
“Él tiene esa actitud prepotente, de creerse el patrón de fundo y de ser el dueño de la verdad. Se enojó por que le pedimos que nos mostrara las cuentas, los papales y las demás cosas; nosotros queríamos entender por qué murió el negocio. De hecho, quisimos intervenir y ayudarlo a poder sacar a flote la producción y que no se llevara todo el peso encima; pero como es tan orgulloso, y en esa época era aun más, se enojó, nosotros con él y no nos hablamos por años”, cuenta Carmen llorando.
Para él fue un rechazo total.
-Desconfiaron de mí y eso me dolió -dice serio, botando el humo por la boca mientras habla-. No quiero referirme más a ese tema. ¿Estamos?
Está exaltado. Otro cigarro; para calmarse, quizás. Repentinamente continúa.
-Edith me salvó –agrega-. Siempre le estaré agradecido.
Soledad
Es la una de la tarde y Ángel se inquieta. Tiene hambre. Abre el refrigerador, hay un pollo, un poco de choclo en una bolsa y un tomate. “Con esto quedo listo”, dice. Parece de 55 años, no de 62. Su estado físico es consecuencia del fútbol, pero su soledad, de su actitud. Lo poco de pollo que queda lo mete al microondas; por mientras, pica un tomate y se sirve, en la misma copa, pisco sour. Pone el tomate y el choclo junto al pollo en el plato. Se sienta y comienza a comer.
-Hace seis meses me dijo que yo ya no le interesaba, ni en lo más mínimo y que apenas encontrara una casa para arrendar, se iba –cuenta-. Desde ese día no me habló más y yo pasé a ser invisible para ella durante tres meses. Hace tres meses se fue y se llevó todo lo que es de ella; me dejó la cama, esta mesa y la televisión. El refrigerador y el microondas me lo regaló mi hermana Carmen.
Durante 12 años vivieron juntos. El sueldo de ella se convirtió en el pilar económico de la casa; y él, en uno más que sostener. Además de depender emocionalmente y económicamente, Ángel era muy demandante con ella. No podía vivir sin que lo atendieran. En cambio, ahora se las arregla cómo puede y con la ayuda de una persona que nunca pensó que lo ayudaría: Narciso Ortiz.
Él es la actual pareja de la ex mujer de Ángel, Lía. Narciso trabaja en Lipigas, es dueño de la central de Isla de Maipo que cubre casi toda la Provincia de Talagante. Para que Ángel se movilizara y tenga un mínimo de ingreso, le prestó un camión de esos típicos de la empresa.
-Creo que encontré a un amigo –dice Ángel.
Sumado a esto, Miguel Castro, marido de Carmen, compró un camión de cinco mil kilos para que Ángel lo usara como herramienta de trabajo. “Ayudándolo económicamente, podrá tener la mente ocupada trabajando y no hundiéndose en la soledad”, dice Miguel.
-Después de todo lo que pasó entre nosotros, lo ayudo porque la familia es muy importante. Cuando entré a su casa y vi que no tenía ni microondas ni refrigerador, me vino una angustia y no dudé en comprarle un refrigerador y un microondas, porque si no ¡cómo come! Además, hay que tener compasión cuando la otra persona está sola –dice Carmen.
Ángel tiene el plato casi vació: solo los huesos de pollo ocupan el espacio. Se sirve la tercera copa de pisco sour y se la toma al seco. Se para, enciende el hervidor y se vuelve a sentar. Prende un cigarrillo.
Lía lo acepta todos los días en su casa. “Hay que tener humanidad, viví mucho tiempo con él; no me ayudó con las niñitas y me trató pésimo; pero todo se devuelve en la vida y mira cómo está él ahora”, dice Lía. “Además, mis hijas están sufriendo con esto y al verlas así, obviamente, que yo sufro; pero tampoco quiero acostumbrarlo a estar acá. Él tiene que trabajar y responder por sus hijas”.
Está lista el agua. Hace el café, lo revuelve y selo toma parado.
-¡Tengo que lavar ropa! -dice dando un salto- ¡No sé por qué la memoria me está fallando!
Echa la ropa a la máquina de lavar junto al detergente, la llena; prende el botón de atrás; luego, el que dice “Inicio”.